Reseña La Casa Holandesa.- Ann Patchett
Editorial: Adn. Alianza de Novelas
Año de edición: 2019
ISBN: 978-84-9181-659-1
Formato: Papel
Sinopsis:
A finales de la Segunda Guerra Mundial, a Cyril Conroy lo visita la suerte: hace una única pero muy inteligente inversión que le permite poner en marcha lo que se convertirá en un gigantesco imperio inmobiliario. El negocio catapulta a su familia desde la pobreza a una ingente riqueza, y su primera decisión es comprar la Casa Holandesa, una rica mansión a las afueras de Filadelfia. La casa, que pretende ser un regalo para su esposa Elna, terminará marcando los designios de toda la familia. Elna, incapaz de soportar la vida en una mansión como aquella, abandona a su familia para entregarse a los más necesitados. Maeve, la hermana mayor, se verá obligada a ejercer de madre para Danny, el pequeño. Circunstancias imprevisibles golpean a los hermanos, que se ven obligados a abandonar su casa de ensueño y rayan de nuevo la pobreza de la que habían escapado sus padres. La adversidad y una profunda nostalgia hacia el hogar que les ha sido arrebatado forjarán un vínculo. (Sinopsis extraída de: Alianza Editorial).
La autora:
Ann Patchett (Los Ángeles, 1963) es autora de siete novelas y tres libros de no ficción. Con Bel Canto ganó el Premio Orange, el Premio PEN/Faulkner y el Book Sense Book of the Year. Ha vendido más de un millón de ejemplares en Estados Unidos y sus obras han sido traducidas a treinta idiomas. Comunidad ha permanecido durante meses en los primeros puestos en las listas de libros más vendidos en Norteamérica y ha sido considerada una de las mejores novelas del año 2016 por The New York Times, The Washington Post y Time, entre otros medios, al tiempo que ha sido finalista del National Book Critics Circle Award y del premio a la mejor novela del influyente portal literario Goodreads. Vive en Nashville, Tennessee, y es copropietaria de la librería Parnassus Books. (Biografía extraída de: Alianza Editorial).
Mi reseña:
Hoy en el blog os cuento mis
impresiones sobre una novela que leí hace unas semanas y que realmente me
sorprendió muy gratamente, que me ha parecido un verdadero descubrimiento. Hoy
os cuento mi opinión sobre La Casa Holandesa
de Ann Patchett, una historia sobre cómo la ambición muchas veces no tiene
medida, y quién la tiene no se para a pensar en las consecuencias de sus actos,
sin importarle cómo deja a aquellos que, en un momento dado, dependen de él. La Casa Holandesa me ha parecido una de
esas novelas que se van metiendo en el lector, que poco a poco van dejando su
huella. Agradezco a Alianza
Editorial el envío de un ejemplar para su lectura y reseña.
La
Casa Holandesa nos traslada hasta finales de la Segunda
Guerra Mundial, cuando Cyril Conroy tiene un golpe de suerte tras una única
pero muy inteligente inversión que le permite dar comienzo a lo que se
convertirá en un imperio inmobiliario. A partir de ese momento, la familia
Conroy pasa de vivir en la pobreza a tener una gran posición, y una de las primeras
decisiones tomada por Cyril es la de comprar la Casa Holandesa, una gran
mansión a las afueras de Filadelfia, que pretende que se convierta en un regalo
para su esposa. Sin embargo, esta mansión marcará el designio de toda la familia,
pues Edna, incapaz de soportar la vida en esa enorme casa, abandonará la vida
familiar para dedicarse en cuerpo y alma a los más necesitados. Esto marcará a
sus hijos para siempre, obligando a Maeve, la mayor a convertirse en una
segunda madre para Danny, el pequeño; y cuando ambos, años más tarde sean
obligados a abandonar la mansión y vivir de nuevo casi en la pobreza, una
enorme nostalgia se apoderará de los hermanos, añorando ese hogar que les fue
arrebatado y creando un vínculo casi indestructible entre ellos.
Como he comentado al
principio de la reseña, La Casa Holandesa
es una de esas novelas que, casi de forma imperceptible, se van metiendo dentro
del lector. Una historia en la que Ann Patchett nos presenta a Maeve y Danny,
dos hermanos que, desde pequeños se enfrentan a la pérdida de su madre, quien
sobrepasada por un cambio radical en su vida, no es capaz de vivir en una
mansión enorme donde la presencia de sus anteriores dueños pesa en cada rincón
y termina huyendo para dedicar su vida a los más necesitados en el otro lado
del mundo, dejando a sus hijos completamente solos. Y la vida de estos dos
niños no mejora con la llegada de la nueva esposa de su padre, Andrea, quien
nunca les mostrará un ápice de cariño, solo una fría tolerancia. Esto nos hace
ver que muchas veces los adultos, con nuestros actos, marcamos para siempre la
vida de los niños sobre los que nuestra responsabilidad es absoluta. En La Casa Holandesa, dos hermanos serán
las víctimas de los adultos que les rodean, y cuando años más tarde ellos
mismos sean adultos, el vínculo creado entre ellos será indestructible, aunque
como suele pasar, uno de ellos será la parte más debilitada, más dependiente y
por lo tanto, la que dejará más de lado su propia vida para lograr que la otra
levante el vuelo.
Escrita bajo un estilo directo,
en La Casa Holandesa Ann Patchett
utiliza la figura de un narrador interno protagonista que se expresa a través
de la voz de Danny, en primera persona, para contarnos a los lectores todo
aquello que acontece a lo largo de la novela, por lo que la visión que
tendremos será más subjetiva. La novela no sigue un hilo temporal lineal, ya
que los saltos temporales son continuos, pues la narración de Danny va del
pasado más reciente al pasado más remoto para ir desgranándonos cómo se ha ido
desarrollando su vida tras dejar la Casa Holandesa y cómo fue su vida en ella,
cómo le marcó vivir allí y cómo marcó sobre todo a Maeve, para quien esa casa
representa todo lo bueno que había en su vida y que ya no está, una familia que
ya no existe, una estabilidad con la que ya puede contar. Esos saltos temporales
continuos pueden causar cierto desconcierto al lector, sobre todo si no se está
habituado a leer libros que recurren a este estilo, pero superadas las primeras
páginas, no afecta al seguimiento de la trama, o por lo menos a mí no me ha
supuesto un problema en ningún momento. Con unas muy buenas descripciones a
través de los ojos de Danny, que se convierten en los nuestros, y unos diálogos
en los que personajes toman el control de las escenas, que se muestran ante
nosotros repletas de fuerza y visibilidad, La
Casa Holandesa va creciendo a medida que vamos pasando sus páginas.
En cuanto a sus personajes,
es aquí donde radica la verdadera fuerza de esta novela, sobre todo en los dos
principales, Danny y Maeve. Personalmente, me he enamorado del personaje de
Maeve, que al mismo tiempo ha conseguido despertar en mí una gran ternura y una
gran pena. Maeve es una de esas personas que renuncia a su propia vida para ver
cómo su hermano vive la suya, y eso me ha entristecido profundamente a lo largo
de la novela. Ver cómo una mujer no vive la vida, sino que más bien la ve pasar
a través de la luna de un coche o a través de su hermano, que se conforma con
lo poco que la vida le brinda, y que es suficiente si Danny logra estudiar
medicina o ascender; pero al mismo tiempo también es cierto que en ocasiones sigue
su propio plan trazado sin preguntarle al propio Danny que es lo que desea,
cuáles son sus deseos o anhelos. Sin embargo, la otra cara de la moneda la
representa Andrea, la madrastra de ambos hermanos, que desde el principio se
presenta como un personaje del que sospechas que no va a despertar tus simpatías,
y sorprendentemente, he de comentar que no he conseguido entender muchas de las
actitudes de Cyril Conroy, el patriarca, pues no sé cómo un padre se puede
mostrar apático ante ciertas actitudes con sus propios hijos. Tampoco logro entender
el comportamiento de Edna, pues aunque logre ponerme en su lugar cuando se
siente abrumada por la propia casa y no sienta más que su única salida es una
huida hacia adelante, su propia actitud a lo largo de la novela nos la muestra
más como alguien egoísta cuyo propio altruismo no es más que una muestra de un
ego mayor.
Creo que La Casa Holandesa es una de esas novelas
que, sin hacer mucho ruido, entran en las bibliotecas para hacerse con su
lugar, bien merecido, entre esos libros que se quedan para siempre con el
lector.
Formato: Papel
Sinopsis:
La autora:
Ann Patchett (Los Ángeles, 1963) es autora de siete novelas y tres libros de no ficción. Con Bel Canto ganó el Premio Orange, el Premio PEN/Faulkner y el Book Sense Book of the Year. Ha vendido más de un millón de ejemplares en Estados Unidos y sus obras han sido traducidas a treinta idiomas. Comunidad ha permanecido durante meses en los primeros puestos en las listas de libros más vendidos en Norteamérica y ha sido considerada una de las mejores novelas del año 2016 por The New York Times, The Washington Post y Time, entre otros medios, al tiempo que ha sido finalista del National Book Critics Circle Award y del premio a la mejor novela del influyente portal literario Goodreads. Vive en Nashville, Tennessee, y es copropietaria de la librería Parnassus Books. (Biografía extraída de: Alianza Editorial).
Mi reseña:
Hoy en el blog os cuento mis
impresiones sobre una novela que leí hace unas semanas y que realmente me
sorprendió muy gratamente, que me ha parecido un verdadero descubrimiento. Hoy
os cuento mi opinión sobre La Casa Holandesa
de Ann Patchett, una historia sobre cómo la ambición muchas veces no tiene
medida, y quién la tiene no se para a pensar en las consecuencias de sus actos,
sin importarle cómo deja a aquellos que, en un momento dado, dependen de él. La Casa Holandesa me ha parecido una de
esas novelas que se van metiendo en el lector, que poco a poco van dejando su
huella. Agradezco a Alianza
Editorial el envío de un ejemplar para su lectura y reseña.
La
Casa Holandesa nos traslada hasta finales de la Segunda
Guerra Mundial, cuando Cyril Conroy tiene un golpe de suerte tras una única
pero muy inteligente inversión que le permite dar comienzo a lo que se
convertirá en un imperio inmobiliario. A partir de ese momento, la familia
Conroy pasa de vivir en la pobreza a tener una gran posición, y una de las primeras
decisiones tomada por Cyril es la de comprar la Casa Holandesa, una gran
mansión a las afueras de Filadelfia, que pretende que se convierta en un regalo
para su esposa. Sin embargo, esta mansión marcará el designio de toda la familia,
pues Edna, incapaz de soportar la vida en esa enorme casa, abandonará la vida
familiar para dedicarse en cuerpo y alma a los más necesitados. Esto marcará a
sus hijos para siempre, obligando a Maeve, la mayor a convertirse en una
segunda madre para Danny, el pequeño; y cuando ambos, años más tarde sean
obligados a abandonar la mansión y vivir de nuevo casi en la pobreza, una
enorme nostalgia se apoderará de los hermanos, añorando ese hogar que les fue
arrebatado y creando un vínculo casi indestructible entre ellos.
Como he comentado al
principio de la reseña, La Casa Holandesa
es una de esas novelas que, casi de forma imperceptible, se van metiendo dentro
del lector. Una historia en la que Ann Patchett nos presenta a Maeve y Danny,
dos hermanos que, desde pequeños se enfrentan a la pérdida de su madre, quien
sobrepasada por un cambio radical en su vida, no es capaz de vivir en una
mansión enorme donde la presencia de sus anteriores dueños pesa en cada rincón
y termina huyendo para dedicar su vida a los más necesitados en el otro lado
del mundo, dejando a sus hijos completamente solos. Y la vida de estos dos
niños no mejora con la llegada de la nueva esposa de su padre, Andrea, quien
nunca les mostrará un ápice de cariño, solo una fría tolerancia. Esto nos hace
ver que muchas veces los adultos, con nuestros actos, marcamos para siempre la
vida de los niños sobre los que nuestra responsabilidad es absoluta. En La Casa Holandesa, dos hermanos serán
las víctimas de los adultos que les rodean, y cuando años más tarde ellos
mismos sean adultos, el vínculo creado entre ellos será indestructible, aunque
como suele pasar, uno de ellos será la parte más debilitada, más dependiente y
por lo tanto, la que dejará más de lado su propia vida para lograr que la otra
levante el vuelo.
Escrita bajo un estilo directo,
en La Casa Holandesa Ann Patchett
utiliza la figura de un narrador interno protagonista que se expresa a través
de la voz de Danny, en primera persona, para contarnos a los lectores todo
aquello que acontece a lo largo de la novela, por lo que la visión que
tendremos será más subjetiva. La novela no sigue un hilo temporal lineal, ya
que los saltos temporales son continuos, pues la narración de Danny va del
pasado más reciente al pasado más remoto para ir desgranándonos cómo se ha ido
desarrollando su vida tras dejar la Casa Holandesa y cómo fue su vida en ella,
cómo le marcó vivir allí y cómo marcó sobre todo a Maeve, para quien esa casa
representa todo lo bueno que había en su vida y que ya no está, una familia que
ya no existe, una estabilidad con la que ya puede contar. Esos saltos temporales
continuos pueden causar cierto desconcierto al lector, sobre todo si no se está
habituado a leer libros que recurren a este estilo, pero superadas las primeras
páginas, no afecta al seguimiento de la trama, o por lo menos a mí no me ha
supuesto un problema en ningún momento. Con unas muy buenas descripciones a
través de los ojos de Danny, que se convierten en los nuestros, y unos diálogos
en los que personajes toman el control de las escenas, que se muestran ante
nosotros repletas de fuerza y visibilidad, La
Casa Holandesa va creciendo a medida que vamos pasando sus páginas.
En cuanto a sus personajes,
es aquí donde radica la verdadera fuerza de esta novela, sobre todo en los dos
principales, Danny y Maeve. Personalmente, me he enamorado del personaje de
Maeve, que al mismo tiempo ha conseguido despertar en mí una gran ternura y una
gran pena. Maeve es una de esas personas que renuncia a su propia vida para ver
cómo su hermano vive la suya, y eso me ha entristecido profundamente a lo largo
de la novela. Ver cómo una mujer no vive la vida, sino que más bien la ve pasar
a través de la luna de un coche o a través de su hermano, que se conforma con
lo poco que la vida le brinda, y que es suficiente si Danny logra estudiar
medicina o ascender; pero al mismo tiempo también es cierto que en ocasiones sigue
su propio plan trazado sin preguntarle al propio Danny que es lo que desea,
cuáles son sus deseos o anhelos. Sin embargo, la otra cara de la moneda la
representa Andrea, la madrastra de ambos hermanos, que desde el principio se
presenta como un personaje del que sospechas que no va a despertar tus simpatías,
y sorprendentemente, he de comentar que no he conseguido entender muchas de las
actitudes de Cyril Conroy, el patriarca, pues no sé cómo un padre se puede
mostrar apático ante ciertas actitudes con sus propios hijos. Tampoco logro entender
el comportamiento de Edna, pues aunque logre ponerme en su lugar cuando se
siente abrumada por la propia casa y no sienta más que su única salida es una
huida hacia adelante, su propia actitud a lo largo de la novela nos la muestra
más como alguien egoísta cuyo propio altruismo no es más que una muestra de un
ego mayor.
Creo que La Casa Holandesa es una de esas novelas
que, sin hacer mucho ruido, entran en las bibliotecas para hacerse con su
lugar, bien merecido, entre esos libros que se quedan para siempre con el
lector.
Te confieso que lo tengo desde hace bastante y no lo he leído, aunque lo compré para regalo...pero tampoco lo regalé 😖 Qué desastre.
ResponderEliminarBuena reseña.
Besos 💋💋💋
Pues si puedes hacerle un hueco, no te defraudará ;)
EliminarBesotes!