Reseña Así no vamos a ninguna parte.- Pablo Garcinuño
Editorial: 120 Pies
Año de edición: 2016
ISBN: 978-84-945179-0-7
Formato: Ebook
Sinopsis:
Los cuentos que componen Así no vamos a ninguna parte se fijan en esa parte de la realidad que, de tan absurda, parece extraordinaria. Hay elementos surrealistas en el anciano que pasa todos los días por delante de la misma frutería, en el joven de trabajo precario que cuenta el número de pasajeros que suben y bajan del autobús o en una cena a base de huevos duros con tomate. Las historias de Pablo Garcinuño destilan ese tipo de humor que solo puede existir cuando la herida ya es cicatriz bien curada. Relatos redondos que le dan la vuelta a situaciones corrientes y anodinas para que nos sorprendan de nuevo. (Sinopsis extraída de: 120 Pies).
El autor:
Pablo Garcinuño (Ávila, 1981) es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha realizado el máster universitario en Profesorado de Secundaria. Desde 2004 trabaja en distintos medios de comunicación. Es corresponsal de El Norte de Castilla en Ávila, redactor de Innovaspain y colaborador de la Agencia EFE. Además participa en el espacio Literatura en corto en Cadena Ser Ávila. Mantiene el blog de microrrelatos En mal estado y ha ganado varios galardones literarios, entre ellos el primer premio en el II Certamen de Escritura Rápida ciudad de Ávila 2013. (Biografía extraída de: 120 Pies).
Mi reseña:
Hoy os traigo al blog la que
es la última reseña de una obra seleccionada para la categoría de relato de los
Premios Guillermo de Baskerville
organizados por la web literaria Libros
Prohibidos. Se trata del libro de relatos Así no vamos a ninguna parte de Pablo Garcinuño, una serie de
cuentos que, bordeando en muchas ocasiones una fina línea entre lo real y lo
absurdo, esconden lo crudo de la vida, la descarnada realidad de un mundo en el
que la tristeza, la soledad y los malentendidos forman parte de la rutina
diaria.
Así
no vamos a ninguna parte se compone de una serie de cuentos que
permite compartir junto a cada uno de sus personajes las realidades que van a
vivir. El lector podrá viajar en un autobús urbano junto a un joven cuyo
trabajo precario le permitirá conocer una realidad diferente; podrá conocer la
historia de un anciano que come moscas o la de una niña que colecciona pulseras
de colores. En cada una de ellas descubrirá elementos surrealistas, que sin
embargo encajan a la perfección en la realidad de estos personajes cuya vida,
en el fondo, no transcurre por cauces tan diferentes a las nuestras.
Con Así no vamos a ninguna parte he descubierto algunos relatos que he
disfrutado mucho, aunque la verdad es que ha habido otros, quizás los que más
tintes “surrealistas” tienen, que no han llegado a calarme, no he conseguido entrar
del todo en la historia. Por ejemplo, El monstruo
en lo alto del armario, Mi abuelo come moscas, Carraspeos o Huevos duros con
tomate son los relatos que más me han gustado. Creo que estos cuatro
relatos tienen en común la soledad que desprenden sus personajes, lo que
subyace en todo lo que no se dice a lo largo de los cuentos, la importancia de
lo que callamos y que muchas veces marca el devenir de los acontecimientos; son
cuentos en los que hay que prestar atención también a lo que está insinuado, a
lo que no está escrito como tal pero que en realidad Pablo Garcinuño sí que nos
está diciendo, entre líneas, con silencios, con el comportamiento de los
personajes. Sin embargo, en otros relatos no he conseguido sentir tanto, aunque
sí he llegado a percibir la intención del autor, como en Little, little fingers, donde las diferencias que nos hacen únicos
y que en ocasiones nos pueden hacer sentir mal, a la larga siempre nos llevan a
conocer a alguien que nos complementa.
Alternando el estilo directo
con el indirecto, y utilizando una prosa cuidada pero al mismo tiempo actual y
coloquial, Pablo Garcinuño usa diferentes figuras narrativas a lo largo de los
distintos relatos que componen Así no
vamos a ninguna parte, pues vamos a encontrar tanto a un narrador omnisciente
encargado de transmitir toda la información, tanto subjetiva como objetiva, que
afecta a los personajes que protagonizan los cuentos a los lectores, como a un
narrador protagonista que ofrece una visión más particular y subjetiva de todo
lo que acontece a su alrededor. Estos cambios de narrador condicionan la forma
en la que los lectores recibimos la información, y por lo tanto, la forma en la
que entramos en los cuentos; cuando el narrador es omnisciente la sensación que
percibimos es más lejana mientras que cuando es un narrador protagonista quien
nos habla, nos sentimos más cerca del personaje. Los relatos se componen de
unas escenas que el lector es capaz de recrear gracias a descripciones bien
desarrolladas por el autor y que se acompañan de unos diálogos que, aun
rodeados de elementos surrealistas, resultan creíbles. Sí que es cierto que en
algunos de los relatos el estilo indirecto (la inexistencia de diálogo) y la
falta de elementos visibles restan un poco de agilidad en la lectura, o por lo
menos yo he tenido esa sensación, quizás por esa sensación de irrealidad que
impera más en esos relatos que en los demás que yo he disfrutado más.
En cuanto a los personajes,
en todos los relatos he tenido la sensación de que Pablo Garcinuño trabaja bien
a sus protagonistas, sabe cómo quiere plasmarlos en el relato, sin dejar ningún
personaje descolgado. Personalmente, los protagonistas de Carraspeos y Mi abuelo come
moscas me han conmovido especialmente; los del primer relato porque demuestran
cómo muchas veces expresamos cosas con aquellos que tenemos más cerca que, en
realidad, es todo lo contrario a aquello que nos gustaría expresar; en el caso
del segundo, porque se trata de la soledad de un anciano al que le gustaría
encontrar una comprensión que no sabe si encontrará. Pero creo que lo que
subyace en los personajes de Huevos duros
con tomate es una realidad tremendamente dura; se trata de un relato en el
que hay que poner toda nuestra atención para comprender la dualidad que
representan las dos niñas y el enorme problema que el autor nos está poniendo
delante. Así no vamos a ninguna parte
es un crisol de realidades que, de un modo u otro, no nos va a resultar ajena;
en El monstruo en lo alto del armario,
Pablo Garcinuño muestra la realidad de los problemas de pareja desde una
perspectiva diferente que, al leerlo, puede que a los adultos nos haga
replantear algunas cosas.
En líneas generales, Así no vamos a ninguna parte me ha
parecido una obra que está entre las cinco finalistas de la categoría de
relatos del Premio Guillermo de
Baskerville por méritos propios. Un libro de relatos que, bordeando la fina
línea de lo surrealista, habla de la realidad más absoluta.
Formato: Ebook
Sinopsis:
Los cuentos que componen Así no vamos a ninguna parte se fijan en esa parte de la realidad que, de tan absurda, parece extraordinaria. Hay elementos surrealistas en el anciano que pasa todos los días por delante de la misma frutería, en el joven de trabajo precario que cuenta el número de pasajeros que suben y bajan del autobús o en una cena a base de huevos duros con tomate. Las historias de Pablo Garcinuño destilan ese tipo de humor que solo puede existir cuando la herida ya es cicatriz bien curada. Relatos redondos que le dan la vuelta a situaciones corrientes y anodinas para que nos sorprendan de nuevo. (Sinopsis extraída de: 120 Pies).
El autor:
Pablo Garcinuño (Ávila, 1981) es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha realizado el máster universitario en Profesorado de Secundaria. Desde 2004 trabaja en distintos medios de comunicación. Es corresponsal de El Norte de Castilla en Ávila, redactor de Innovaspain y colaborador de la Agencia EFE. Además participa en el espacio Literatura en corto en Cadena Ser Ávila. Mantiene el blog de microrrelatos En mal estado y ha ganado varios galardones literarios, entre ellos el primer premio en el II Certamen de Escritura Rápida ciudad de Ávila 2013. (Biografía extraída de: 120 Pies).
Mi reseña:
Hoy os traigo al blog la que
es la última reseña de una obra seleccionada para la categoría de relato de los
Premios Guillermo de Baskerville
organizados por la web literaria Libros
Prohibidos. Se trata del libro de relatos Así no vamos a ninguna parte de Pablo Garcinuño, una serie de
cuentos que, bordeando en muchas ocasiones una fina línea entre lo real y lo
absurdo, esconden lo crudo de la vida, la descarnada realidad de un mundo en el
que la tristeza, la soledad y los malentendidos forman parte de la rutina
diaria.
Así
no vamos a ninguna parte se compone de una serie de cuentos que
permite compartir junto a cada uno de sus personajes las realidades que van a
vivir. El lector podrá viajar en un autobús urbano junto a un joven cuyo
trabajo precario le permitirá conocer una realidad diferente; podrá conocer la
historia de un anciano que come moscas o la de una niña que colecciona pulseras
de colores. En cada una de ellas descubrirá elementos surrealistas, que sin
embargo encajan a la perfección en la realidad de estos personajes cuya vida,
en el fondo, no transcurre por cauces tan diferentes a las nuestras.
Con Así no vamos a ninguna parte he descubierto algunos relatos que he
disfrutado mucho, aunque la verdad es que ha habido otros, quizás los que más
tintes “surrealistas” tienen, que no han llegado a calarme, no he conseguido entrar
del todo en la historia. Por ejemplo, El monstruo
en lo alto del armario, Mi abuelo come moscas, Carraspeos o Huevos duros con
tomate son los relatos que más me han gustado. Creo que estos cuatro
relatos tienen en común la soledad que desprenden sus personajes, lo que
subyace en todo lo que no se dice a lo largo de los cuentos, la importancia de
lo que callamos y que muchas veces marca el devenir de los acontecimientos; son
cuentos en los que hay que prestar atención también a lo que está insinuado, a
lo que no está escrito como tal pero que en realidad Pablo Garcinuño sí que nos
está diciendo, entre líneas, con silencios, con el comportamiento de los
personajes. Sin embargo, en otros relatos no he conseguido sentir tanto, aunque
sí he llegado a percibir la intención del autor, como en Little, little fingers, donde las diferencias que nos hacen únicos
y que en ocasiones nos pueden hacer sentir mal, a la larga siempre nos llevan a
conocer a alguien que nos complementa.
Alternando el estilo directo
con el indirecto, y utilizando una prosa cuidada pero al mismo tiempo actual y
coloquial, Pablo Garcinuño usa diferentes figuras narrativas a lo largo de los
distintos relatos que componen Así no
vamos a ninguna parte, pues vamos a encontrar tanto a un narrador omnisciente
encargado de transmitir toda la información, tanto subjetiva como objetiva, que
afecta a los personajes que protagonizan los cuentos a los lectores, como a un
narrador protagonista que ofrece una visión más particular y subjetiva de todo
lo que acontece a su alrededor. Estos cambios de narrador condicionan la forma
en la que los lectores recibimos la información, y por lo tanto, la forma en la
que entramos en los cuentos; cuando el narrador es omnisciente la sensación que
percibimos es más lejana mientras que cuando es un narrador protagonista quien
nos habla, nos sentimos más cerca del personaje. Los relatos se componen de
unas escenas que el lector es capaz de recrear gracias a descripciones bien
desarrolladas por el autor y que se acompañan de unos diálogos que, aun
rodeados de elementos surrealistas, resultan creíbles. Sí que es cierto que en
algunos de los relatos el estilo indirecto (la inexistencia de diálogo) y la
falta de elementos visibles restan un poco de agilidad en la lectura, o por lo
menos yo he tenido esa sensación, quizás por esa sensación de irrealidad que
impera más en esos relatos que en los demás que yo he disfrutado más.
En cuanto a los personajes,
en todos los relatos he tenido la sensación de que Pablo Garcinuño trabaja bien
a sus protagonistas, sabe cómo quiere plasmarlos en el relato, sin dejar ningún
personaje descolgado. Personalmente, los protagonistas de Carraspeos y Mi abuelo come
moscas me han conmovido especialmente; los del primer relato porque demuestran
cómo muchas veces expresamos cosas con aquellos que tenemos más cerca que, en
realidad, es todo lo contrario a aquello que nos gustaría expresar; en el caso
del segundo, porque se trata de la soledad de un anciano al que le gustaría
encontrar una comprensión que no sabe si encontrará. Pero creo que lo que
subyace en los personajes de Huevos duros
con tomate es una realidad tremendamente dura; se trata de un relato en el
que hay que poner toda nuestra atención para comprender la dualidad que
representan las dos niñas y el enorme problema que el autor nos está poniendo
delante. Así no vamos a ninguna parte
es un crisol de realidades que, de un modo u otro, no nos va a resultar ajena;
en El monstruo en lo alto del armario,
Pablo Garcinuño muestra la realidad de los problemas de pareja desde una
perspectiva diferente que, al leerlo, puede que a los adultos nos haga
replantear algunas cosas.
En líneas generales, Así no vamos a ninguna parte me ha
parecido una obra que está entre las cinco finalistas de la categoría de
relatos del Premio Guillermo de
Baskerville por méritos propios. Un libro de relatos que, bordeando la fina
línea de lo surrealista, habla de la realidad más absoluta.
Tal y como lo pones, tiene muy buena pinta. Eso de contar la realidad a través del surrealismo, me atrae mucho.
ResponderEliminarUn beso.
Tiene un planteamiento muy original, seguro que lo disfrutas.
EliminarUn beso!