Gracias por todo, Gabo...
Gabriel García Márquez fotografiado en 1981 por Eva Rubinstein |
Esta es una entrada especial, no es una reseña, no es una opinión... Es un homenaje (de los que no me gustaría estar escribiendo, sinceramente) a uno de los mayores escritores que han dado jamás las letras hispanas.
Ayer, Jueves Santo, se acababa la tinta de una de las mentes literarias imprescindibles de nuestro tiempo. Gabriel García Márquez se nos fue como vivió, de forma discreta, sin hacer apenas ruido, como de puntillas, dejando el protagonismo a sus obras, para que estas hablen por él. Y para que le recordemos como ese hombre de sonrisa eterna, pero de palabra clara, sin cortapisas y sin miedo que se atrevió a expresar sus ideas políticas sin temor a quién pudiera molestar; o a denunciar la realidad de su país, Colombia, atenazado por el miedo, y sabiendo que él mismo se estaba poniendo en el punto de mira.
Nacido en el colombiano pueblo de Arataca, el 06 de marzo de 1927, ganó el Premio Nobel de Literatura en 1982. Empezó a escribir sus primeros artículos peridísticos mientras estudiaba Derecho, y es ahí donde descubrió cual era su gran pasión: la escritura.
Gabriel García Márquez, Gabo para los amigos, nos enseñó otra forma de escritura, una forma especial de leer. Ese "realismo mágico" en el que él se movió de forma magna y magistral.
Ayer se nos fue Gabo, el hombre, pero no el escritor. Este se nos quedará para siempre. Siempre que alguien, en algún lugar del mundo, levante la tapa de una de sus obras, allá donde esté, seguro que volverá a sonreir de esa forma incofundible suya.
Ayer nos dejó el hombre que nos mostró que cien años de soledad son posibles, pero más llevaderos entre sus páginas, o que el amor puede hayarse entre las condiciones más adversas, aunque sea en los tiempos del cólera.
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